sábado, 18 de mayo de 2013

El poder de la palabra.

'Lenny' es una genial película interpretada por Dustin Hoffman basada en la vida del humorista Lenny Bruce, en esta escena hace un monólogo sobre el poder de la palabra, en plenos años 60 se atreve a llamar 'niggers' negros, a los afroamericanos de la sala, porque por aquellos tiempos era una palabra que se utilizaba de forma muy ofensiva, cuando en realidad, como él bien dice, es solo una palabra y cuanto más se diga y se normalice, más adaptada estará en la psique colectiva de la sociedad, hasta el punto de que un día dejará de ser ofensiva y dejará de ser un insulto, para convertirse en lo que realmente es, solo una palabra. Algún día ciertas palabras también dejarán de parecer ofensivas para esas mismas personas que las sufren, pero eso solo pasará cuando esas personas tengan la valentía de estar por encima del poder de la palabra. Os recomiendo ver esta película encarecidamente.


viernes, 17 de mayo de 2013

Dan Brown, el prosaico apropiacionista.

Dan Brown, el escritor con menos imaginación de los últimos tiempos vuelve a la carga con INFERNO. Digo escritor porque enlaza unas palabras con otras y el cúmulo de esas palabras trae como resultado frases que acaban llenando páginas, es algo inexorablemente irremediable, por desgracia. Dan Brown se apropia de investigaciones y literatura ya existente para sus obras. En el Código Da Vinci cogío lo que muchos sabiamos sobre María Magdalena (eché de menos al Abad Saunière de Rennes-le-Château) y a partir de ahí se inventó una novela con 4 muertes y un par de curas chalaos, qué gran logro. En 'El Símbolo Perdido' nos mostraba una novela forzada con un asesino soporifero lleno de tatuajes y sin ninguna gracia a lo 'El Dragón Rojo' de Hannibal Lecter (confieso que acabé pasando los capítulos del asesino, porque realmente es un tío muy muy aburrido), para al final del libro hacer una simple reflexión sobre las repercusiones físicas del pensamiento colectivo, se te queda esta cara O.o. Y ahora nos trae una novela inspirada en la primera de las tres cánticas de La Divina Comedia de Dante, El Infierno, como ya han hecho antes muchos poetas y escritores desde hace cientos de años. Resumen, no trae nada nuevo, ni ideas nuevas, escribe refritos a partir de literatura ya inventada. A ver cuantos millones de libros vende con esta, con la primera fueron 80 millones, con la segunda 30. Que vendan sus novelas con adjetivos como 'maestría' e 'ingenio', siento la expresión pero es para partirse el culo. Además han tenido a los traductores encerrados dos meses en un bunker con guardas, es que es no hay nada como el morbo para un buen marqueting de ventas.

domingo, 12 de mayo de 2013

Oliver Reed, el gamberro más elegante.

Pasión por Oliver Reed, falleció durante el rodaje de Gladiator. Excepcional hasta el día de su muerte, murió como un vikingo, sublime su papel de Próximo. El texto que viene a continuación está extraído de la novela 'Happyness' de su amigo Will Ferguson.

"Algún día, cuando futuros antropólogos exhumen el espíritu de nuestra época, cuando reconstruyan lo que salió mal, lo que desvió el camino correcto, sin duda se remontarán hasta el 2 de mayo de 1999 para situar nuestro desmoronamiento. El día que murió Oliver Reed. No era simplemente un actor de serie B, era el último camorrista. Y desde entonces todo ha ido cuesta abajo. Oliver Reed murió en la isla de Malta después de beber más que toda la armada británica junta. Se había tomado diez jarras de cerveza y más de doce copas de ron, y estaba echando pulsos con los marinos de la fragata Cumberland de la armada de su majestad. Los invitó a una ronda tras otra, pero no pudieron seguirle el ritmo. Los marinos se rindieron y, derrotados, se marcharon tambaleándose. Y Oliver Reed murió victorioso. Murió en el suelo de un bar de Malta, y su último adiós, su regalo de despedida, fue la cuenta que dejó a los marinos: los más de setecientos dólares que había costado la juerga. En esto fue quien rió último. Coincidí una vez con él. En Manila. Un par de gorilas estaban echándolo de un burdel, y yo me lo llevé a rastras para evitarle una paliza. Vagamos por las calles hasta el amanecer, él y yo, y cantamos y nos reímos y bebimos hasta que salió el sol. Sólo estuve con él aquella noche., y también me endosó a mí la cuenta, más de cuarenta pavos. Bebimos muchísimo esa noche. Brindamos por la descarnada, por la parca. “Por la Muerte. Por mantener interesantes las cosas”, dijo Ollie. (…) La vida se le quedaba corta y le daba miedo la muerte. “Prefiero morir en una reyerta de bar a morir en la sala de cáncer terminal de un hospital” Ollie tenía agarrada a la vida. Agarrada por la garganta. La sacudió hasta hacerla sangrar. (…) Oliver Reed era demasiado grande para este mundo. (…) Aquella noche en Manila cerramos la ciudad. Era como un elefante macho desbocado, con agujeros en la chaqueta y un extraño y desenfrenado júbilo en la mirada. Se iba continuamente por las ramas. Desafiaba a pelear a su sombra. Se salpicaba la cara de ron y proponía el matrimonio a las chicas de barrio. Y cuando lo saqué a rastras de otro altercado, le dije “Ollie, eres un un condenado alborotador”. Y él dijo: “¡No! Te equivocas. No soy un alborotador. Soy un camorrista. Y hay una gran diferencia. Los alborotadores acaban convertidos en sacerdotes, políticos, reformadores sociales. Siempre están entrometiéndose en la vida de los demás. Los camorristas no se entrometen. Rugen y braman, y celebran la vida y lamentan su brevedad. Los camorristas sólo se destruyen a sí mismos, y lo hacen porque aman la vida demasiado para quedarse dormidos”. (…) ¿Sabía que llevaba un gallo tatuado en la polla? Pues sí. Así es. ¿O que había follado en la pista central de Wimbledon? Una vez acabado el torneo, claro. ¿Sabía que fue la primera persona en decir “fuck” en una película? ¿Lo sabía? ¿Sabía que Oliver Reed descubrió el sentido de la vida?"